28 octubre 2021

Depeche Mode - A Broken Frame

En el álbum debut de Depeche Mode Vince Clarke nos dejó algo bastante claro, él era el principal escritor de la banda y por ello su salida dejó un vacío compositivo enorme. Speak & Spell se había convertido en un éxito, así que era una obligación continuar con la naciente carrera. La falta de Clarke llevó a Martin Gore a asumir la difícil tarea de componer, pero sus dos canciones escritas en el debut marcaron un antecedente regular porque no igualaron la calidad de las de Clarke.

A Broken Frame (1982) es la prueba de fuego de Gore como compositor y la pasó, pero sin estrellitas. El segundo disco de Depeche Mode está lejos de lo ofrecido en el debut, pero tampoco es un plato mal preparado. Las canciones alegres pasaron a ser melancólicas y en vez de ser bailables se transformaron en escuchables solamente. Pero le doy un punto a la instrumentación, ya que es superior, debido a que el auge del synth pop y el new wave trajo consigo mejores sintetizadores y cajas de ritmo, los que fueron aprovechados al máximo. Hay reminiscencias a Clarke en «The Meaning of Love» y «A Photograph of You», y el resto de las canciones fueron el prólogo del posterior sonido de la banda durante la década de 1980. En definitiva, es un disco que se puede escuchar tranquilamente, hay partes gratas como «Leave in Silence» o «Nothing to Fear», pero en resumen no es para nada esencial en la carrera de la banda. Si no lo escuchas no te pierdas nada tampoco.

*Recomendadas: «Leave in Silence», «Nothing to Fear», «See You»

04 julio 2021

A Strange Kind of Love: por años la querida anónima

Hace algún tiempo atrás escuché un disco pirata que poseía varias canciones, pero entre las conocidas «Waiting for a Girl Like You» de Foreigner y «Careless Whisper» de George Michael había una que me gustaba pero no reconocía la voz del cantante. Por años, al menos unos cinco o más, esa canción estaba en mi disco duro cerebral como la anónima, comparaba la voz con la de David Bowie y por la instrumentación calculé que podría ser de los años 1980 o 1990. Cuando estaba de moda la aplicación Shazam me dije por fin voy a saber quien eres maldita desgraciada, pero no, no la reconoció tampoco. Hasta que un día cualquiera, ni siquiera me acuerdo como fue, descubrí que esa canción sin nombre era «A Strange Kind of Love» de Peter Murphy.

No obstante, la que recordaba poseía batería y un bajo eléctrico, y esta tenía solo una guitarra acústica y un teclado. Ahí fue cuando descubrí que la que escuché al principio era la segunda de cuatro versiones: uno, dos, remix y long remix. Independiente de la versión, «A Strange Kind of Love» es una obra maestra con un toque sombrío, hermoso y romántico. Para alguien acostumbrado al registro de los tenores, al falsete y a las notas agudas, una voz barítono como la de Murphy me dejó ¡plop! como diría Condorito. La instrumentación acompañada de una letra poética y bien escrita, genera un ambiente relajado, delicado y conmovedor. Aunque la versión uno sea más íntima, para mí la versión dos es la mejor, porque como dice la propia canción: «es un extraño tipo de amor». 

03 julio 2021

Flesh for Fantasy: excelente combinación


Billy Idol en la década de 1980 puso en los oídos de la gente varias canciones que han perdurado en el tiempo. Muchas de ellas se han convertido en himnos de esa emblemática y diversificada escena musical que, a pesar de que ha envejecido, no piensa morir. Hoy voy a destacar a una de mis favoritas de este artista británico y no se trata de las más populares como «White Wedding» o «Eyes Without a Face», sino de «Flesh for Fantasy», el tercer sencillo de su álbum Rebel Yell de 1983. 

Escrita por Billy Idol y su compañero de andanzas de toda la vida Steve Stevens, es una mezcla de new wave y rock que resulta ser una pieza con un ritmo bailable, sensual y a ratos agresivo. Casi al borde de un dance rock, la guitarra de Stevens se luce y marca el punto de atención durante los versos y el estribillo, ya sea en su estado más relajada como distorsionada. El gancho se lo lleva ese ¡Flesh! del coro, que te invita a levantar el puño con ganas. Idol siempre ha tenido esa capacidad de cantar en ocasiones suave, burlón y sensual, y luego pasar a una voz gruñona, la mejor analogía a los dos estilos musicales de esta canción. Destacable son los sintetizadores porque añaden ese toque especial ochentero, apareciendo con distintos sonidos en el momento preciso para dar un mayor énfasis. Su letra deja de ser una insinuación cuando figura una frase como «cara a cara/espalda a espalda/tu ves y sientes/mi ataque sexual»; sin caer en la vulgaridad, más directo no se puede ser.

01 julio 2021

Cinderella - Night Songs


Para la segunda mitad de la década de 1980, el glam metal se establecía como uno de los subgéneros musicales del heavy metal más vendedores y populares, sobre todo en los Estados Unidos. La meca de este movimiento estaba en Los Ángeles, pero existía una banda que desde la otra costa estadounidense buscó la fama y la consiguió, hablo de Cinderella. En 1986 y apadrinados por Jon Bon Jovi, el conjunto oriundo de Filadelfia debutó con Night Songs. El disco no es una propuesta nueva en ningún aspecto, con el solo hecho de ver su portada te darás cuenta de que sigue el mismo cliché de las demás agrupaciones de glam metal: el spándex, el cabello voluminoso, la ropa colorida. Pero eso no quita que sea un álbum digno de escuchar.

El sonido de Night Songs sigue el mismo patrón de cualquier disco metalero estadounidense de los ochenta, un ir y venir de riffs y power chords, acompañado de una voz rasposa. Tom Keifer, al ser el único compositor y de fungir como vocalista y guitarrista, es el alma de Cinderella. Su voz nos puede recordar a Brian Johnson o Kevin DuBrow, pero a diferencia de los otros cantantes de glam metal que salieron en la segunda parte de los ochenta, le aplaudo porque este tipo sí que tiene un vozarrón. Las canciones entrelazan hard rock con heavy metal; la única más parecida a la rapidez de este último es «Hell on Wheels». Las demás suenan más genéricas, aunque destaco que abrir con «Night Songs» fue una propuesta interesante, porque es la que tiene el tempo más lento. Además, no podía faltar la querida power ballad en este caso «Nobody's Fool», el tema más exitoso de este disco. En términos generales no es un gran debut, pero dentro de toda la escena glam de esa década, sí es un buen disco y me arriesgo a decir que es uno de los diez mejores de ese respetado y no tan respetado subgénero del metal

*Recomendadas: «Shake Me», «Nobody's Fool», «Hell on Wheels», «Somebody Save Me»

29 junio 2021

Racer X - Second Heat


Hacer un segundo disco que supere en calidad al debut es fácil, pero lograr eso teniendo en cuenta que tu primer álbum es buenísimo es una proeza que solo algunos pueden lograr. En este caso, Second Heat (1987) de Racer X es una versión 2.0 de Street Lethal.  Acá se suma un segundo guitarrista, Bruce Bouillet, quien no solo tiene que cubrir la labor de rítmico sino que además debe ir a la par con Paul Gilbert. Su elección no fue un asunto del azar, Bouillet era alumno de Gilbert; que tu profesor te invite a su banda debió haber sido un golpe potente de adrenalina para él. La otra cara nueva es Scott Travis, un batería virtuoso que coincide a la perfección con la banda. 

Con una mezcla de heavy metal, speed metal y metal neoclásico, en esta ocasión Gilbert y compañía sorprenden con un disco potente, estruendoso, rápido y metalero. Los instrumentos suenan claros porque la impecable producción realizada por Steve Fontano y Mike Varney permite que todos ellos destaquen. El trabajo en las guitarras de Gilbert y Bouillet es perfecto -muy al estilo de Downing y Tipton de Judas Priest- aunque entre ellos dos Gilbert lleva la delantera. La base rítmica de Juan Alderete y Travis lo mismo, suenan genial, mientras que Jeff Martin está en lo suyo. Destaco las versiones de «Heart of a Lion» de Judas Priest y «Moonage Daydream» de David Bowie, pero esta última se gana los aplausos de pie porque es una transformación total del clásico de Ziggy Stardust. No obstante, la medalla de oro se la lleva la instrumental «Scarified», una complejidad como ninguna. Si Paul Gilbert y compañía te sorprendieron con su debut, no dudes un segundo en darle una o más escuchas a este disco, porque considerándolo de algún modo, Second Heat es el Terminator 2 de Racer X. 

*Recomendadas: «Scarified», «Sunlit Nights», «Heart of a Lion», «Moonage Daydream».

28 junio 2021

Depeche Mode - Speak & Spell


Antes de la publicación de esta producción, ya existían artistas de synth pop de connotado renombre como antecedente, me llega a la mente Gary Numan y Kraftwerk por dar ejemplos. Por ello, un disco como Speak & Spell de Depeche Mode no es una premisa de este género, pero si un importante escalón. En resumen, este álbum editado en 1981 es una completa obra de Vince Clarke, quien fuera por aquel entonces el principal protagonista de la banda. Él compuso nueve de las once canciones, así que en cierto modo, el sonido original de Depeche Mode se le debe a este señor. Aunque el agradecimiento de su evolución musical hay que dárselas a Martin Gore por supuesto, quien asumió como líder compositivo absoluto tras la salida de Clarke.

El sonido de Speak & Spell es un alegre, bailable y pegadizo synth pop, tanto por su música como por sus letras, un claro ejemplo de la llamada música pop bubblegum. Todas las composiciones de Clarke tienen un tempo medio o rápido con un enfoque juvenil de pasarla bien y disfrutar la vida. La excepción a ello es «Any Second Now», la única interpretada por Gore y que establece una regla común en Depeche Mode: las lentas generalmente las canta él. Por su parte, las dos composiciones de Gore no me agradan mucho, entre «Tora! Tora! Tora!» y «Big Muff», la que más encaja con las demás es esta última, porque es más bailable y rítmica. Sin lugar a dudas Speak & Spell es una pieza única dentro de la carrera del conjunto británico. Si quieres escuchar algo similar a esto, te recomiendo seguir la carrera de Clarke con Yazoo y Erasure, porque no vas a encontrar nada parecido en la exitosa discografía de Depeche Mode.

*Recomendadas: «New Life», «Photographic», «Just Can't Get Enough».


26 junio 2021

Desiertos: una excelente entrada

La canción «Desiertos» no solo da el puntapié al disco debut de La Ley, llamado precisamente Desiertos, sino que también marca el camino de una de las agrupaciones chilenas más exitosas a nivel latinoamericano. Aunque existen dos versiones de esta canción, ambas dejan un gusto grato.

La primera, editada en 1990, está ligada al synth pop al cien por cien. Y es que se nota la intervención impecable de Rodrigo Aboitiz, quien fuera miembro fundador de Aparato Raro -un referente de este estilo en Chile- porque los teclados y el sintetizador lo son todo. Esta versión me recuerda mucho a los alemanes Camouflage y me atrevo a decir que si Alan Wilder le hubiese metido mano, estaría perfectamente en el disco Music for the Masses de Depeche Mode. Por su parte, la nueva versión grabada para su segundo disco Doble opuesto de 1991, es más cercana al new wave porque no es tan sintetizada como la anterior, aunque el sintetizador sigue ahí. En esta ocasión, la batería y el bajo suenan más natural, la guitarra de Andrés Bobe tiene más protagonismo, mientras que la voz de Beto Cuevas no es para nada diferente, es prácticamente la misma. 

Independiente de cual de las dos sea tu favorita, «Desiertos» es una excelente entrada y un claro ejemplo de los primeros discos de La Ley, antes que alcanzaran el éxito internacional con Invisible. 



22 junio 2021

Princess of the Dawn: cuando menos es más


Al igual que las demás bandas alemanas de la década de 1970 alejadas del krautrock, Accept tuvo que pasar por un camino lodoso antes de entrar a la carretera pavimentada. Después de tres producciones, su primer gran disco fue Restless and Wild de 1982, que nos dejó buenas joyas del heavy metal tradicional como por ejemplo «Fast as a Shark» y «Restless and Wild». Pero dentro de esas diez pistas que lo componen hay una que siempre admiré por lo sencilla que era: «Princess of the Dawn». 

Posee uno de los riffs de guitarra más efectivos y simples escritos por la banda, y una letra que nos puede trasladar al mundo de El Señor de los Anillos o de cualquier libro de fantasía épica. La batería y el bajo hacen un excelente acompañamiento y la voz de Udo Dirkschneider, a diferencia de las otras canciones, es suave y calmada. Pero lo que más rescato es el correcto trabajo en las guitarras por parte de Wolf Hoffmann, quien grabó todas incluso esa guitarra española que aparece de la nada por ahí. Casi al borde de una composición de música clásica, Hoffmann se luce en la parte intermedia de la canción. Conocidos mayormente como uno de los precursores del speed metal, Accept en esta ocasión se relaja y ejemplifica el concepto de menos es más. 

21 junio 2021

Rock Lobster: singularidad absoluta


Una de las tantas canciones que nos dio el new wave fue «Rock Lobster» de B-52's, pero a diferencia de las demás tiene un sonido bien particular. No lo digo de manera despectiva, sino más bien como una afirmación porque es así tal cual, un tema que con el paso de los años nada se le ha podido igualar. Publicado como parte de su álbum debut, «Rock Lobster» catapultó a la banda y los posicionó como un referente de esa, por aquel entonces, nueva corriente musical popular. 

Aunque la crítica especializada ha tratado de clasificarla en los subgéneros new wave y dance-rock, «Rock Lobster» es una composición única y todos sus elementos son especiales. Tenemos un sintetizador tocando la línea de bajo, una guitarra que nos recuerda el surf rock, una batería rítmica y bailable, a Fred Schneider entregándonos su ya clásico sprechgesang, a Cindy Wilson y Kate Pierson dándonos unos sonidos extraños pero divertidos, para que hablar de la letra, un sin sentido como ninguna otra. Sin embargo, en suma todos ellos hacen que tenga una singularidad absoluta y sea contagiosa y memorable.  

20 junio 2021

Gary Moore - Still Got the Blues


Con el inicio de la década de 1990, Gary Moore dio un vuelco a su carrera ligada al hard rock y al heavy metal hacia el blues y blues rock. La vuelta de 360° fue un exitazo porque Still Got the Blues (1990) es un discazo de principio a fin. Y con éxito no solo hablo de las ventas millonarias y los enmarcados discos de oro y platino que recibió en varios países, sino también porque a nivel personal le dejó un gusto bien agradable. Por fin se enfocaba en su gran pasión, el blues, aunque en realidad siempre había algo de este estilo en sus anteriores producciones, pero ahora el enfoque era total. Con nueve canciones en el formato vinilo y doce en disco compacto, en su conjunto, tanto las canciones escritas por Moore como las versiones de otros compositores encajan a la perfección y hacen que el disco sea preciso. Cada una de ellas están bien ejecutadas y los músicos con los que se codeó en esta ocasión hicieron un excelente trabajo. Bueno, en realidad no hablamos de músicos desconocidos porque entre las filas habían estrellas del blues como Albert King y Albert Collins, además de conocidos de la casa como George Harrison, Don Airey, Bob Daisley y Brian Downey, entre otros. 

La instrumentación está bien ambientada y en ocasiones te hacen olvidar que estas escuchando un disco de 1990, para trasladarte a los sesenta o setenta, aunque con una producción moderna. Los arreglos de saxofones y trompeta («Oh Pretty Woman» y «Too Tired»), la armónica («Walking By Myself»), el teclado («Still Got the Blues») y el órgano Hammond («Texas Strut»), hacen una compañía perfecta a la batería, el bajo, el piano y sobre todo a la guitarra, los cuatro típicos del blues. En cerca de una hora tienes de todo, canciones rápidas, lentas o con el clásico tempo bluesero, en donde Moore sin ser un gran cantante se luce en todas ellas. Pero el premio mayor, por supuesto, se lo lleva su talento en la guitarra: maestría pura. 

*Recomendadas: «Walking By Myself», «Still Got the Blues», «Texas Strut», «King of the Blues», «Midnight Blues».

15 junio 2021

Es por amor: sencillamente efectiva


En mis primeros años como oyente consciente de la música, el rock en español tenía su espacio en mis oídos. Las bandas de Chile y Argentina se peleaban amistosamente su espacio en mi corazón, como también lo hacían en las radios en la década de los noventa en este lado del continente sudamericano. Una de las canciones que retumbó mi cerebro por esos tiempos infantiles fue «Es por amor» del grupo GIT. Llevaba varios años desde que había salido al mercado, pero acá seguía siendo un éxito y sus constantes reproducciones en las caseteras y las cadenas radiales se habían convertido en una obligación. 

«Es por amor» no es para nada una composición compleja llena de arreglos orquestales o sintetizados como era habitual en la década de 1980, salvo en el último minuto. En esta ocasión, la guitarra de Pablo Guyot pierde el protagonismo y cumple un rol secundario, entregándole el gancho hipnótico a esa hermosa línea de bajo interpretada en realidad por un sintetizador. Dos de los aspectos fundamentales de esta composición eran precisamente esa línea de bajo y la clara, fuerte y asequible batería de Willy Iturri; que introducción más práctica. Sumado a una letra discreta y sin mayores artilugios poéticos, «Es por amor» es en términos simples: sencillamente efectiva. 


Depeche Mode - A Broken Frame